Trampa para fantasmas I

3 proyectores de diapositivas, 3 vidrios esmerilados 
Dimensiones variables 5 x 5 metros aprox. 
2022 

Narra Clément Chéroux, en su libro sobre El error fotográfico que, en 1981, León Wulff, editor de Progrès photographique, recibió una carta de un aficionado llamado Ratelade, quien describía la dificultad de borrar imágenes de las placas de vidrio cuando ya no le interesaban. En ese tiempo, los negativos se hacían manualmente y reutilizarlos era común. Ratelade usó solventes para retirar la emulsión, pero siempre quedaban rastros débiles. Confiado en que esos «fantasmas» no afectarían nuevas tomas, decidió ignorarlos. Sin embargo, estas presencias se hicieron más visibles de lo esperado, alterando drásticamente la nueva imagen. Había creado una trampa para fantasmas.

Inspirada por esta historia, decidí explorar mis propias trampas para fantasmas, evocando un tiempo pasado y la inesperada forma en que la memoria nos sorprende. Utilicé vidrios lechosos suspendido, sobre el que proyecté retratos de la infancia que, con la humedad, habían adquirido una capa blanquecina. La proyección permitía ver la imagen desde ambos lados, deseando que en algún momento, la parte posterior recuperara su apariencia original. En el montaje, estas trampas generaron nuevas imágenes en la pared, aún más borrosas y distantes, que se movían y entrecruzaban con el más leve movimiento. El sonido de los proyectores creaba una atmósfera nostálgica y provocadora.

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