La casona
Instalación, pantalla de proyección, proyector de diapositiva, muebles a escala.
2000
La casona es la evocación de un recuerdo: los muebles pequeños y el diminuto escenario quieren contar una historia. La obra es una resistencia al olvido. Durante el proceso de elaboración, mi familia y yo nos dimos a la tarea de dibujar los objetos y los muebles que teníamos en ese entonces. No nos habíamos dado cuenta de que el olvido se había apoderado ya de muchas cosas. De alguna forma, lo sabíamos desde el principio. Siempre estuvimos esperándolo, tal vez desde el mismo día en que ya no pudimos seguir guardando las fotos del álbum familiar. Tuvimos que desechar, una a una, las fotografías llenas de hongos que no eran más que colores húmedos desvaneciéndose en el papel. Guardamos unas cuantas en las que algunos detalles aún permitían reconocernos. La casa también desapareció al cabo de tres años, cuando fue demolida. La fotografía de la casa proyectada fue tomada dos días antes de su destrucción.
A partir de los dibujos realizados por mi familia, empecé a elaborar el mobiliario con trozos de madera que encontraba tirados en la calle. Los pinté según los recordaba. Cuando decidí proyectar la casa sobre los muebles, esta era solo un fantasma que los rozaba. La imagen de luz nunca pudo acogerlos; estos permanecieron en un continuo afuera, que se acentuaba aún más cuando el fantasma de luz de la casa proyectada rebotaba en la pared, dejando una imagen aún más tenue. Los pequeños muebles adquirían una apariencia solitaria y silenciosa.